Jeff Kinney nos presenta una nueva historia de la saga de “bestsellers” Diario de Greg. Este libro, al igual que sus antecesores, sigue optando por las ilustraciones, un narrador/protagonista (el propio Greg) y la división del libro en meses y días, no en capítulos. La nueva entrega narra una vez más las aventuras del protagonista adolescente Greg Heffly, llenas de amor, desamor, amistades y mil cosas más que le ocurrirán a este curioso personaje en torno a los días próximos al catorce de febrero.
En este libro, Greg nos contará una vez más uno de sus problemas en uno de sus últimos años en el instituto, aunque la historia gira alrededor de un tema principal (el baile de San Valentín), también nos encontraremos con otras anécdotas de este adolescente, como pueden ser la elección de un representante de los estudiantes en el consejo-escolar, el día de “trae a tu hijo al trabajo”… y otras tantas andadas que se trae este picaresco personaje entre manos.
Del libro me ha parecido destacable el principio de la historia, cuando Greg cuenta lo que le ha pasado incluso antes de nacer. O cuando Rowley y Greg han de ir a la “gran” noche agarrados de la misma chica.
Pero, como siempre suele pasar, las primeras partes son mejores. He leído estos libros desde que era muy pequeño y las entregas anteriores de esta saga eran más amenas, tenían una trama más elaborada y por tanto más entretenida, te mantenían enganchado hasta el final… Sin embargo, en esta historia, no he tenido esa sensación de querer seguir pegado al libro hasta el final al cien por cien, lo que me ha mantenido enganchado ha sido ese puntillo de “humor americano” que el autor ha seguido dando (por lo menos hasta ahora) a todas las historias de Greg. De todos modos me ha parecido un libro entretenido.
El libro me ha enseñado, desde un punto de vista un tanto cómico, que la vida de un adolescente puede llegar a ser muy estresante y enrevesada. Buscar solución a todos los problemas de un adolescente puede llegar a ser una tarea muy complicada… Otra cosa que me ha recordado, es, que por muy mal que creas que te puede ir la vida, siempre, siempre, siempre hay alguien que lo estará pasando peor que tú, aunque no lo sepas.
Miguel García Fernández (3ºB)
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